«Escuchar, hacerse prójimo,
testimoniar»
Amigos
profesores de religión:
El pasado
domingo, 28 de Octubre, el Papa Francisco clausuraba el Sínodo de los obispos
dedicado a los jóvenes con una solemne eucaristía en la basílica de san Pedro.
Comentando el evangelio del domingo, que narra la curación de un ciego, ofrecía
tres claves para el camino que la Iglesia debe seguir con los jóvenes: escuchar, hacerse prójimo y testimoniar.
Ya hemos
comenzado el curso escolar y me gustaría compartir con vosotros mi reflexión
sobre estas claves del Papa. Los jóvenes —y lo mismo podemos decir de los niños
y adolescentes— necesitan ser escuchados. Debemos practicar lo que el Papa
Francisco llama «la pastoral del oído». Con frecuencia, nos dirigimos a ellos
para hablarles, enseñarles, llenarles de ideas la cabeza. Es parte de la
educación. Pero es preciso escucharles porque necesitan abrirse con confianza a
las personas que les quieren y les educan. Jesús escuchaba a la gente, atendía
a sus súplicas y necesidades, pasaba tiempo con las personas intentando llegar
a la profundidad de su corazón. Sólo si escuchamos, podremos decir la palabra
oportuna y adecuada a las necesidades de quien nos habla. A veces vamos a las
personas con fórmulas aprendidas, recetas hechas. El hombre es un misterio.
Sólo se abre en la confianza, en la seguridad de ser escuchado con amor.
La segunda clave
es hacerse prójimo, aproximarse a la persona que nos ha abierto su intimidad
respetando, naturalmente, su situación. La proximidad indica aceptación del
otro, comprensión, empatía con sus problemas. Es la actitud de quien ofrece
ayuda, consejo, cercanía. Se trata de una proximidad espiritual que busca
acompañar al otro en su situación respetando siempre su libertad, sin
coacciones ni chantajes afectivos. Jesús se aproxima al hombre con un inmenso
respeto, sin imponer nada, abriendo horizontes de esperanza y de paz. En
realidad, hacerse prójimo es dejar a un lado nuestros prejuicios y expresar
nuestra compasión con el otro.
Por último, debemos
testimoniar nuestra fe, llevar el mensaje de Jesús alentando la vida que late
en el corazón de los demás. Jesús ha venido a dar testimonio del amor del
Padre. Quiere que sepamos que Dios nos ama infinitamente. Como cristianos y
profesores, debemos testimoniar este amor para conducir a los alumnos hacia
Cristo. Nuestro testimonio será eficaz si ponemos a los demás en estrecha
relación con Jesús. Así ocurrió con el ciego curado por Cristo. Quienes
acompañaban a Jesús le pusieron en contacto con él, recibió la curación de la
ceguera y, una vez curado, se puso a seguirle por el camino. Se había
convertido en discípulo de Jesús.
Con mi afecto y
bendición
+ César Franco
Obispo de Segovia