31 oct 2018

MES DE NOVIEMBRE


«Escuchar, hacerse prójimo, testimoniar»


            Amigos profesores de religión:

            El pasado domingo, 28 de Octubre, el Papa Francisco clausuraba el Sínodo de los obispos dedicado a los jóvenes con una solemne eucaristía en la basílica de san Pedro. Comentando el evangelio del domingo, que narra la curación de un ciego, ofrecía tres claves para el camino que la Iglesia debe seguir con los jóvenes: escuchar, hacerse prójimo y testimoniar.


            Ya hemos comenzado el curso escolar y me gustaría compartir con vosotros mi reflexión sobre estas claves del Papa. Los jóvenes —y lo mismo podemos decir de los niños y adolescentes— necesitan ser escuchados. Debemos practicar lo que el Papa Francisco llama «la pastoral del oído». Con frecuencia, nos dirigimos a ellos para hablarles, enseñarles, llenarles de ideas la cabeza. Es parte de la educación. Pero es preciso escucharles porque necesitan abrirse con confianza a las personas que les quieren y les educan. Jesús escuchaba a la gente, atendía a sus súplicas y necesidades, pasaba tiempo con las personas intentando llegar a la profundidad de su corazón. Sólo si escuchamos, podremos decir la palabra oportuna y adecuada a las necesidades de quien nos habla. A veces vamos a las personas con fórmulas aprendidas, recetas hechas. El hombre es un misterio. Sólo se abre en la confianza, en la seguridad de ser escuchado con amor.

            La segunda clave es hacerse prójimo, aproximarse a la persona que nos ha abierto su intimidad respetando, naturalmente, su situación. La proximidad indica aceptación del otro, comprensión, empatía con sus problemas. Es la actitud de quien ofrece ayuda, consejo, cercanía. Se trata de una proximidad espiritual que busca acompañar al otro en su situación respetando siempre su libertad, sin coacciones ni chantajes afectivos. Jesús se aproxima al hombre con un inmenso respeto, sin imponer nada, abriendo horizontes de esperanza y de paz. En realidad, hacerse prójimo es dejar a un lado nuestros prejuicios y expresar nuestra compasión con el otro.

            Por último, debemos testimoniar nuestra fe, llevar el mensaje de Jesús alentando la vida que late en el corazón de los demás. Jesús ha venido a dar testimonio del amor del Padre. Quiere que sepamos que Dios nos ama infinitamente. Como cristianos y profesores, debemos testimoniar este amor para conducir a los alumnos hacia Cristo. Nuestro testimonio será eficaz si ponemos a los demás en estrecha relación con Jesús. Así ocurrió con el ciego curado por Cristo. Quienes acompañaban a Jesús le pusieron en contacto con él, recibió la curación de la ceguera y, una vez curado, se puso a seguirle por el camino. Se había convertido en discípulo de Jesús.   

            Con mi afecto y bendición

            + César Franco
            Obispo de Segovia