10 dic 2018

SABER ESPERAR



            Queridos amigos profesores:

            En este tiempo de Adviento previo a la Navidad, quisiera hacer una reflexión sobre la necesidad que tienen los niños, adolescentes y jóvenes de crecer en la esperanza, pues, a pesar de que tienen por delante toda la vida y su edad les favorece esperar, no siempre lo consiguen, dado que nuestra sociedad no alienta la verdadera esperanza o la relega a lo meramente material. Se esperan cosas, mejoras de vida, situaciones de diversión, de triunfo, etc.

            Nuestros alumnos deben esperar en las posibilidades que se encierran en ellos mismos. Creer en sí mismos. Poseen un caudal de riqueza que deben aprender a descubrir, con la ayuda vuestra, para saber que el futuro es una aventura apasionante si explotan bien sus riquezas. Creer en uno mismo es fundamental para alcanzar lo que se desea. A veces, el interés por un mismo se desplaza hacia los «modelos» que les presenta la sociedad, los medios de comunicación social, los programas estrella de televisión y se alienan aspirando a ser como ellos. Y se frustran si se comparan con los que triunfan. Hay que ayudar a las nuevas generaciones a poner en juego los dones que tienen y esperar con realismo en que darán fruto si los cultivan. Cada uno debe ser él mismo, sin comparaciones estériles.
            Hay que esperar también en los demás. Nuestra sociedad, a pesar de los mensajes que lanza sobre la solidaridad, el trabajo común, la confianza en los otros, es también una sociedad líquida donde apenas cuentan las fidelidades, el sentido de pertenencia, la verdadera confianza en el otro. Hay mucho individualismo y soledad, incluso entre los niños, adolescentes y jóvenes. Confiesan que no se les escucha ni se les atiende en sus necesidades íntimas, o carecen de verdaderos confidentes que puedan ayudarles a dar respuesta a sus luchas internas. Confiar y esperar en el otro, con discernimiento, es fundamental para crecer con seguridad y abrirse a quien puede echar una mano.
            Por último, es fundamental y prioritario, esperar en Dios. Sin Dios es imposible la verdadera esperanza porque él viene a responder a los grandes interrogantes del ser humano. Lo más hermoso del cristianismo es que Dios se ha hecho como nosotros para comprendernos mejor y poder responder de tú a tú a nuestras inquietudes. Dios ofrece respuesta a la vida y la muerte, al amor y al deseo de felicidad, al dolor y a la verdadera alegría. Dios ha venido a compartir con nosotros la vida y a acompañarnos en el camino sin perder nunca de vista la meta a que aspiramos. San Rafael Arnáiz escribió un libro de pensamientos muy hermoso, titulado «saber esperar». De esto se trata.

            Os saludo con afecto

            + César Franco
            Obispo de Segovia