20 mar 2019

MES DE MARZO


Queridos amigos profesores:

            Metidos en el tiempo de Cuaresma, quiero dedicar estas líneas a indicar algunas pistas que ayuden a vuestros alumnos a entender este tiempo litúrgico de la Iglesia, que goza de poco prestigio y necesita una buena pedagogía.

            La Cuaresma ha sido presentada con frecuencia como un tiempo de prácticas obsoletas, poco acordes a la mentalidad actual. Al venir precedida de los carnavales, da la impresión de que es un tiempo triste, cargado de ideas oscurantistas sobre la penitencia, el ayuno, etc.  Los carnavales son alegres, divertidos, con auge creciente. La Cuaresma es triste, aburrida y anticuada.
            Una pedagogía apropiada debe resaltar que la Cuaresma es un tiempo de preparación a la Pascua, que ayuda a vivir los grandes misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. En este sentido es un tiempo que favorece la reflexión sobre el significado de los últimos acontecimientos de la vida de Cristo, fundamento de la fe cristiana.
            Las prácticas típicas de la Cuaresma, basadas en la enseñanza de Cristo, son la oración, el ayuno y la limosna, que no tienen nada de anticuado si se las presenta bien. Jesús dice que estás prácticas deben hacerse sin ostentación y para que las vea Dios, no la gente. Insiste en la interioridad y en la alegría que deben caracterizar la vida del cristiano.
            Para subrayar su actualidad, podemos apoyarnos en que el hombre necesita momentos de entrar en su interior, reflexionar, meditar y orar. Sólo así puede ser realmente hombre, encontrarse consigo mismo y con Dios.
            Hoy hablamos mucho de solidaridad con los pobres, atención a los necesitados, preocupación por los débiles. Pero esto se queda en palabras hipócritas si no compartimos los bienes, damos nuestro tiempo a las obras de caridad y nos privamos de caprichos y gastos inútiles para ayudar a otros en sus necesidades básicas. Esto es lo que significa el ayuno y la limosna. Y, como dice Jesús, la mano izquierda no debe saber lo que hace la derecha, ni debemos poner cara tristes cuando ayunamos, para que así no nos aplaudan los hombres sino Dios.
            ¿No es esto atractivo? ¿No es actual? ¿No hacemos sacrificios cuando queremos estar en forma o ganar una competición?
            Pues si eso lo hacemos para fines humanos, ¿no debemos hacerlo para el bien del espíritu?

            Con mi cordial saludo
            + César Franco
            Obispo de Segovia.