Queridos amigos profesores:
De nuevo me pongo
en comunicación con vosotros para compartir mis preocupaciones en el campo
educativo, que seguramente coincide con las vuestras. Me refiero al tema de los
valores que está tan de moda en nuestra sociedad. Educar en valores se ha
convertido en un tópico en el ámbito de la educación. ¿Quién no ve la necesidad
de educar en valores? Otra cosa es ponernos de acuerdo en lo que entendemos por
esto, porque se dan casos en que no siempre se coincide en apreciar lo que es
un valor. Pongo un ejemplo concreto que os atañe directamente: ¿Es la religión
un valor? Si es así, por qué se estima tan poco, en determinados ámbitos, la
clase de religión. ¿Es la religión fuente de valores? Indiscutiblemente.
Sin
embargo, se presenta a veces la religión en contraste con otros valores que,
paradójicamente, han nacido de ella. Es preciso reconocer, por ejemplo, que el
cristianismo ha sido para Europa un elemento fundamental para la implantación y
desarrollo de los derechos humanos: justicia, paz, desarrollo cultural,
libertad, etc.
El Evangelio de
Cristo es fuente permanente de valores, por la sencilla razón de que Cristo es
el Hombre nuevo, en quien la humanidad ha alcanzado su máxima expresión y representatividad.
Cristo, en su persona y en su enseñanza, es una referencia imprescindible para
entender al hombre y lo que llamamos valores humanos. Por eso, cuando se enseña
bien la fe cristiana y se da testimonio de ella con la vida, se contribuye a la
expansión de los valores que atañen al hombre. Y cuando se priva a la sociedad
de Dios o de Cristo, la sociedad discurre por derroteros que terminan atentando
contra el hombre y su dignidad. Una sociedad que se construye sin Dios termina
siendo una sociedad contra el hombre.
Es verdad que en ocasiones la religión
puede ser utilizada de modo contrario a su naturaleza y finalidad. El Papa ha
recordado recientemente en su viaje a Egipto que no se puede jamás utilizar el
nombre de Dios para atentar contra el hombre. Pero este mal uso de la religión
no la priva de su valor. También el desarrollo científico puede utilizarse
contra el hombre, y no por eso se pondrá el duda el valor de la ciencia y de su
progreso.
Os animo, pues, a
educar en valores. Tenemos para ello una fuente permanente de inspiración en la
persona de Cristo, el Hombre Nuevo, y el Evangelio que él proclamó y que ha
trasformado la vida de tantos pueblos, de tantos hombre y mujeres, que lo han
acogido como palabra de Verdad.
+ César Franco
Obispo de Segovia