El Papa Francisco ha tenido el 18 de Octubre pasado una
intervención muy interesante sobre el futuro de Europa. En una reunión
organizada por las diversas Conferencias Episcopales de Europa, bajo el lema
«Repensar Europa», ha hablado de la necesidad de que Europa retorne a sus
raíces reconociendo la herencia que ha recibido de la tradición cristiana y de
la importancia que tiene educar en el verdadero concepto de libertad y en el
valor de la tradición. Ha dicho que Europa vive «una especie de déficit de
memoria» y ha invitado a «redescubrir el valor del propio pasado, para
enriquecer el propio presente y entregar a la posteridad un futuro de
esperanza»
En este contexto ha hablado sobre la educación y la enseñanza de
Religión. Cito el párrafo completo porque no tiene desperdicio: «Muchos jóvenes
se encuentran perdidos ante la ausencia de raíces y perspectivas, “llevados a
la deriva por todo viento de doctrina” (Ef 4,14); a veces también “prisioneros”
de adultos posesivos, a los que les cuesta sostener la tarea que les
corresponde. Es importante la tarea de educar, no solo ofreciendo un conjunto
de conocimientos técnicos y científicos, sino sobre todo trabajando “para promover
el desarrollo íntegro de la persona humana, también para el bien de la sociedad
terrestre y para la construcción de un mundo que debe configurarse más
humanamente” (GE 3). Esto exige la implicación de toda la sociedad. La
educación es una tarea común, que requiere la activa participación al mismo
tiempo de los padres, de la escuela y de las universidades, de las
instituciones religiosas y de la sociedad civil. Sin educación no se genera
cultura y se vuelve árido todo el tejido vital de las comunidades».
La sigla GE se refiere al decreto del Concilio Vaticano II, titula
Gravissimum educationis, que se
refiere a la educación de las nuevas generaciones. Merece destacarse cómo hace
hincapié en la formación integral de la persona, que incluye naturalmente la formación
religiosa; la implicación de toda la sociedad; la educación entendida no sólo
como conjunto de conocimientos técnicos y científicos; y la relación de
educación y cultura para que la sociedad no se convierta en un terreno árido.
Es bueno que el Papa nos haga reflexionar sobre estos aspectos que
tocan tan directamente vuestra dedicación a las nuevas generaciones. Es
preocupante lo que dice – y sabemos por experiencia – que muchos jóvenes se
encuentran perdidos ante la ausencia de raíces y perspectivas. Os animo, por
tanto, a abrir horizontes y a poner fundamentos sólidos en la vida de los
alumnos.
Con mi cordial afecto
+ César Franco
Obispo de Segovia