A continuación, se colocaron los diferentes anclajes en el centro del círculo que formamos todos los compañeros junto a Fermín. Fermín colocó la vela y Ester la “botella de la calma”. Esta vez, fue Ester quien empezó nuestra pequeña meditación. Cerramos los ojos, respiramos profundamente y nos guió con su discurso a un estado de relajación profunda y alcanzar así paz interior.
Después, Fermín puso música de
fondo y nos leyó la parábola de los talentos. Al terminar, nos indicó que
imagináramos que estábamos en un bosque donde había estatuas cada una con su
gracia, don o talento. Había un museo en
medio del bosque y una estatua que estaba vacía y debíamos introducirnos en
ella. En ese momento iban a ir pasando los distintos grupos de personas: el
primer grupo eran nuestros amigos y familiares; el segundo, nuestros compañeros
de trabajo y el tercero era Jesús. A todos ellos, debíamos escucharles porque
iban a ir diciendo los talentos que teníamos.
Posteriormente, Fermín nos
explicó que teníamos que pintar en un folio el bosque y la estatua y escribir
lo que habíamos escuchado decir de nosotros (los talentos que teníamos) y con
la plastilina realizar dos símbolos. Uno para nosotros y otro para compartir
con los demás.
Una vez terminada la tarea,
procedimos a compartir con los compañeros lo que habíamos escrito y a
regalarnos el segundo símbolo expresando el por qué.
Como siempre, el clima de trabajo
ha sido bueno y la experiencia muy enriquecedora.